Todos queremos llegar a los años dorados sintiéndonos fuertes. Ahora bien, lograr esto requiere que llevemos un estilo de vida saludable. Obviamente, esto se traduce en hacer ejercicio mínimo 3 veces a la semana durante 30 minutos y llevar una dieta balanceada. Sin embargo, comer de manera “saludable” ya no es suficiente, pues cada vez los alimentos están más procesados. Es aquí donde entran los alimentos orgánicos. Es decir, aquellos que no tienen fertilizantes, pesticidas y que no han sido modificados genéticamente. Este tipo de alimentos, además de ayudar al medio ambiente, gracias al cuidado del agua, la conservación del suelo y el uso de recursos renovables, también son beneficiosos para nuestra salud. He aquí 4 beneficios de llevar una dieta orgánica.
- Mejor nutrición
Debido a que los productos orgánicos se siembran y conservan de la forma más natural posible, estos contienen altos niveles de vitaminas, minerales, hidratos de carbono y por supuesto, proteínas.
- Mayor nivel de antioxidantes
De acuerdo a un estudio publicado en el “British Journal of Nutrition”, las frutas y verduras que son orgánicas tienen hasta un 60% más antioxidantes que los vegetales regulares. Esto es muy bueno, pues los antioxidantes ayudan a prevenir y proteger el cuerpo contra el envejecimiento prematuro y enfermedades como la hipertensión, artritis reumatoide, lupus, entre otras.
- Corazón contento
Se suele asumir que todas las vacas pastan hierba. Sin embargo, la realidad es muy diferente. Las grandes empresas les dan maíz para engordarlas con mayor rapidez. Es por eso que los animales que han crecido en libertad o corral tienen mayores cantidades de CLA (ácido linoleico conjugado), un ácido graso saludable para el corazón, que puede aumentar la protección cardiovascular.
- Sistema inmune intacto
La modificación genética es una alternativa para acabar con el hambre en el mundo, y es que hacer tomates seis veces más grandes sí hace una diferencia. El problema radica en que todavía se encuentra en sus primeras etapas, por lo que es imposible predecir sus efectos a largo plazo en la salud humana. Sin embargo, en las pruebas a animales, estos mostraron una reducción importante en la potencia de su sistema inmune.
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